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lunes, 3 de septiembre de 2012

EL VIOLIN DEL DIABLO/MIERCOLES DE CENIZA - RAUL GONZALEZ TUÑON


EL VIOLIN DEL DIABLO/MIERCOLES DE CENIZA   -   RAUL GONZALEZ TUÑON
Ediciones La Rosa Blindada, Bs As, 1ra ed. 1973, 20x13.5 cm, 156 pp.
Colección de poesía La Rosa Blindada dirigida por José Luis Mangieri

Raúl González Tuñón participó de la vanguardia literaria argentina de la década de los años 1920 y viajó luego a Europa. Vivió en París y en Madrid, ciudades en las que hizo amistad con poetas como Robert Desnós, César Vallejo, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Federico García Lorca y Pablo Neruda. Su obra se inicia con "El violín del diablo", que publicó en Bs As en 1926, a los 21 años. En esa época, colaboró con la revista Martín Fierro, en la que también escribieron Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Francisco Luis Bernárdez, Leopoldo Marechal, Macedonio Fernández y Eduardo González Lanuza, entre otros. La revista solía polemizar burlonamente con el llamado grupo de Boedo, que agrupaba a los escritores identificados con la literatura social, quienes a su vez denominaban a sus colegas de "Martín Fierro" como el "grupo de Florida". Siendo Boedo un barrio entonces proletario y Florida la calle elegante de esa época, los polos de la polémica eran más políticos que literarios. González Tuñón mantuvo relaciones cordiales también con el grupo de Boedo, especialmente con el poeta Nicolás Olivari.
Juancito Caminador, un personaje inspirado en un artista de circo y en una marca de whisky (Johnny Walker) se convirtió en un alter ego literario del autor.
González Tuñón influyó decisivamente en la cultura argentina de los años cincuenta y sesenta y es considerado uno de los fundadores de una corriente moderna de poesía urbana.
Con El violín del diablo (1926) y Miércoles de ceniza (1928) trae Tuñón a la poesía argentina el desenfado y la picardía de los muchachos de los puertos, de los vagos y mal entretenidos que deambulaban por el viejo Paseo de Julio. Es un reconocimiento apasionado no sólo de la gente sino de los escenarios poco prestigiosos de la ciudad durante los años '20. Es en el puerto, en los suburbios, en el conventillo que encuentra los motivos de sus poemas. Todo es motivo de canto para el poeta que, por encargo de su novia, escribe Poema para la Virgencita del Teatro Cervantes. En este primer período, la poesía de Tuñón une a lo descriptivo la imagen insólita, la pirueta, un pase de prestidigitador.

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