EL CARACTER DE
LA FILOSOFIA MODERNA - BENEDETTO CROCE
Ediciones Imán, Bs As, 1ra ed. 1959, 20.5x14.5 cm, 247
pp. Rustica con solapas, buen estado de conservación, con subrayados de
anterior propietario.
Escritor filósofo, historiador y político italiano,
figura destacada del liberalismo, su obra influyo en pensadores italianos tan
diversos como el marxista Gramsci y el fascista Gentile. Nació en 1866 y murió
en 1952. Croce profundiza tanto en el pensamiento de Marx como en el de Hegel,
según el pensamiento hegeliano la realidad se da como espíritu que
continuamente se determina y, en cierto sentido se realiza. Entonces el
espíritu se configura como una fuerza que anima la realidad, convirtiéndose en
historia.
De Hegel y Fichte toma el carácter racionalista y
dialéctico, así el conocimiento se producirá a través de los procesos de
mediación entre lo particular y lo universal, entre lo concreto y abstracto, Croce,
a partir de esto, crea un sistema propio que llamo Filosofía del Espíritu.
Fue un ardiente idealista y negaba otra realidad que no
fueran los conceptos puros, rechazaba todas las religiones, ya que consideraba
que presentaban una considerable falta de lógica, también rechazo la
metafísica, por considerarla una justificación de las ideas religiosas.
Croce da mucha importancia a la voluntad individual,
como la construcción de la realidad es racional no tiene que coincidir con la
de otros, por lo que nacen las disciplinas sociales, cuya finalidad es regular
la vida de los individuos.
La teoría de Croce es fuertemente historicista,
considera que la historia tiene también un preciso horizonte gnoseológico,
porque en primer lugar es conocimiento, y conocimiento contemporáneo, por lo
que la historia no es el pasado, sino que esta viva en cuanto su estudio está
motivado por un interés que surge en el presente.
Considera que la historiografía es útil para comprender
la racionalidad más profunda del proceso del espíritu, no siendo un
conocimiento abstracto, sino de hechos y experiencias bien precisas.
La historia es un camino progresivo que no debe
constituir una certeza sobre la que haya que desanimarse, sino que debe ser
confirmada por un empeño de hombres, más su resultado no es previsible ni debe
darse por descontado.
Así pues la historia se convierte en la historia de la
libertad, del modo en que el ser humano evoluciona y realiza su existencia. Esa
libertad se traduce en un plano político en el liberalismo, al que considera
una especie de religión, imprescindible en el progreso histórico-político de la
humanidad.
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