LA CRISIS DE
LA PUBERTAD - VICTOR MERCANTE
Cabaut y Cia Editores “Librería del Colegio” Bs As 1ra ed 1918, 16x23 cm, 437 págs.
En su obra La crisis de la pubertad y sus consecuencias
pedagógicas (1918), realizó un profundo análisis de la adolescencia, de las
formas educativas para los púberes y de las nuevas metodologías utilizadas en
Europa para la educación de los jóvenes: tareas de granja, talleres, práctica
intensiva de ejercicio físico, etc.
La Argentina es, junto a Uruguay y Chile, uno de los
países de modernización temprana en América Latina. Un factor clave en esta modernidad
fue la estructuración de un sistema educativo nacional, que integró y
homogeneizó a la población de las provincias y sobre todo a la gran masa de
inmigrantes. Todo esto se realizó por medio de la expansión de la escuela primaria
pública y gracias a un sistema uniforme de formación de maestros. La pedagogía
subyacente en esta expansión fue el normalismo, así denominada por tener su
base institucional en las Escuelas Normales. Los normalistas, en una
combinación peculiar de positivismo, krausismo y otras corrientes de la época,
confiaban en la educabilidad de los sujetos, en la ciencia y en el progreso, y destacaban
el papel fundamental del magisterio en la formación de los niños como los ciudadanos
del futuro. Asimismo, creían que el estudio científico de la pedagogía
permitiría encontrar las leyes y métodos más eficaces de enseñanza. Uno de los
representantes más destacados de esta corriente fue Víctor Mercante. .
Participó activamente en la elaboración de una propuesta de reforma global del
sistema educativo —la creación de un ciclo escolar intermedio de tres años de
duración entre la primaria y la secundaria—, reforma que duró pocos meses, ya
que el primer gobierno elegido por sufragio universal, encabezado por Hipólito
Yrigoyen, decidió revocar las modificaciones.
Mercante fue un eminente representante de la corriente
normalista que tuvo a su cargo la estructuración del sistema educativo nacional.
Compartió con sus colegas la preocupación por desarrollar un método pedagógico
eficaz para la educación del conjunto de la población; y ésta fue,
probablemente, la guía que lo llevó a interesarse en la psicología como soporte
científico de la pedagogía. El método era, para Mercante, el procedimiento para
llegar a un fin, el aprendizaje. En la nueva pedagogía que él impulsaba, era
“el arte de hacer comprender, fijar y mantener la atención espontánea de los
alumnos”, en vez de reducirse como en el pasado al “arte de transmitir”. La
metodología constituía la parte más importante de la pedagogía e incluía tanto
los principios comunes sobre el edificio, el aula, el profesor, el alumno, el
material y la organización de la enseñanza, determinados por la psicología,
como los principios especiales de cada materia, que comprendían la doctrina, el
programa, las lecciones, los horarios, las estrategias, a cuya definición
contribuiría la psicopedagogía.
Para definir el método, era necesario apelar a la
ciencia, pero Mercante creía que sus aportes debían revisarse a la luz de las necesidades de
la enseñanza. En este y otros sentidos, su pedagogía marcó distancias con el
reduccionismo. Planteó un conjunto de leyes de la enseñanza, que serían los
principios configuradores de la acción docente.
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