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martes, 19 de junio de 2012

KERMESSE - GENO DIAZ

KERMESSE - GENO DIAZ
Ed Galerna, Ba As, 1ra ed. 1985, 20x14 cm, 393 pp.

Una aquellas grandes obras que el aparato cultural burgués ha echado al descarte. Hay una historia central que es la de los ciprianillos, pero fundamentalmente la de Osvaldo, el Ciprianillo padre. Y remontándose su tiempo y descendiendo hasta sus hijos, se puede recorrer la nuestra historia desde las oleadas inmigratorias de fines del XIX hasta los ochenta del XX de escritura de la obra. Todo esto está sostenido en un realismo que pasa del verismo histórico que aportan las citas de los libros de historia de la colonia en que se hunde Osvaldo en su juventud, indagando acerca de los posibles tesoros de nuestro país y nuestra América. Pero además está el tío don Ignacio Calderón de Socuéllamo y Zamorano del Monte, que ha vivido ya más de dos siglos desde que llegara con los primeros adelantados y que sostiene su vida persiguiendo una lucha enconada contra la italianización de estas tierras. Esposo de Doña Clemencia que hace gala de su locura contando historias de parientes muertos en perversas circunstancias, y que se aparecen anunciados por renacentistas trastornos de la naturaleza, Doña Clemencia que es la reina de las flatulencias. Con estos dos personajes fantásticos se completa la caracterización de la realidad como una historia de estas tierras.
Escrita al calor de la primavera alfonsinista, la novela aspira a cierta totalidad y la consigue: no es una totalidad constituida sobre el ensimismamiento perfecto, cerrado, de la ficción sobre sí misma, sino sobre una memoria intensa de cada detalle, de las particularidades de un mundo, el nuestro, que quiere ser mirado y comprendido en cierta bizarra diversidad.
Quién narra es un problema. Se trata de un escribidor, que pretende no confundirse ni un poco con la ficción, en el sentido de que se asume como alguien que investiga en la historia de un personaje que conoció en su barrio, al mismo tiempo que pertenece al mundo ficcional que representa. Pero separar el mundo de la ficción, del de la realidad, el mundo del escritor Geno Díaz respecto del que muestra el escribidor de su relato, es una pretensión teórica inútil: el barrio y la ciudad que se van delineando a través de los personajes son claramente el Mataderos y la Buenos Aires del autor.
Geno Díaz fue el libretista de Tato Bores

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