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jueves, 5 de julio de 2012

MOSQUITOS - WILLIAM FAULKNER


MOSQUITOS   -   WILLIAM FAULKNER
Ediciones Siglo Veinte, Bs As 1ra ed. 1956, 20x14.5 cm, 318 pp., cuero editorial, tapa dura. Traducción de Jerónimo Córdoba.

Mosquitos (Mosquitoes, 1927) es una novela de aprendizaje, pero no se aprecia en la novela de Faulkner ninguna evolución hacia la madurez de sus personajes; es más bien el autor quien está evolucionando, aprendiendo.
Mosquitos es la novela de un escritor buscando su voz propia, aquella que le permitirá abolir la barrera del tiempo y hacerse universal. Es fácil decirlo desde nuestra perspectiva, a posteriori, y sobre un resultado que ya conoce. Pero es posible constatar en las páginas de Mosquitos esa búsqueda de Faulkner y comprobar como la roza con la punta de los dedos.
Pero Mosquitos es una novela fallida, la menos popular de su autor y, casi con certeza, la peor de todas ellas. Se cuenta las peripecias de un grupo de artistas de New Orleans que, invitados por una rica señora, se embarcan en un crucero por el lago Ponchartrain. Como le ocurriría años más tarde a Julio Cortázar, Faulkner escoge un escenario aislado en un medio impenetrable para estudiar el comportamiento de un grupo de personas. Pero todo lo que Los premios, la novela de Cortázar, tiene de experimental, lo tiene Mosquitos de tangencial y conformista. La narración de Faulkner avanza casi exclusivamente a base de diálogos, con lo cual los personajes están apenas esbozados y corresponden a arquetipos y tópicos, cuyos modelos quizás están extraídos de la vida real, que no son explicados convenientemente, o al menos no como Faulkner acostumbraría a hacerlo más tarde. En Mosquitos aparece por primera vez el tema del trabajo nocturno en una central eléctrica para costearse los estudios. En esta ocasión los realiza uno de los personajes, Fairchild, que podría actuar en cierta manera como alter ego de Faulkner, si no fuera por el pequeño detalle de que el propio Faulkner aparece en Mosquitos, solamente mencionado, eso sí.
Resumiendo: a través de unos personajes frívolos, ociosos e intrigantes, básicamente fútiles y mediocres, Faulkner nos presenta su peculiar visión sobre la jet-set sureña de la época, a la que fustiga sin piedad. La cháchara incesante de esta camarilla es parangonada al insufrible zumbido de los mosquitos. Tras el dardo afilado de Faulkner subyacen reflexiones nada cómicas sobre la creación, la vejez y el deseo.

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