Ed.
Enero, Bs As, 1ra edición 1946, 24x17, 457 p. Tapa dura símil cuero, rustica
editorial, ejemplar usado, excelente estado, con sello anterior propietario.
Autobiografía
de Amandine Aurore Lucile Dupin, baronesa Dudevant (1804-1876) quien tomó el
pseudónimo literario -de resonancias masculinas e inglesas- de George Sand, la novelista francesa que se rebeló contra su
tiempo y lo provocó con su obra y su azarosa vida sentimental, por la que
pasaron Chopin o Musset. Frecuentemente
vestida de hombre, de una belleza morena y muy latina, se diría que el
romántico propósito juvenil de esta mujer era ser una Byron femenina, una dandy
(dandy era un término de uso exclusivamente masculino) y alguien, en suma, que
quiso -contra los prejuicios de la época, contra la vetustez de las normas-
edificar su propia vida. Ser ella. Nada lésbico hay en George Sand; si usó un
nombre masculinizante y en su juventud se puso chistera y levita, es porque
quiso significar y visualizar que sólo poniéndose en el sitio del hombre
-ocupando su puesto- la mujer alcanzaría la culminación de sus derechos y
posibilidades, se autorrealizaría. George Sand fue una adelantada, aunque
terminó viviendo en el campo y siendo conocida, lejos ya de sus amoríos, como
“la bonne dame de Nohant”.
¿Fue
Sand una escritora de transición entre el romanticismo y el realismo, atenta ya
a los problemas sociales? ¿O la mujer que quiso ser ella por encima de todo,
libre y plenamente, aun asolando la carcasa de sus amantes más famosos? Sand
quiso ser una escritora y lo fue, pero ha quedado en personaje.
En
Historia de mi vida nos habla de las ventajas de no ser ni guapa ni fea, de su
maravillosa infancia, de sus juegos de acción, de sus raras historias
inventadas a los cuatro años acerca de príncipes buenos y princesas encantadas.
Relata el viaje a España en plena guerra napoleónica envuelto en un halo
romántico que conservan otros episodios de su autobiografía: pueblos
incendiados, naufragios, ahorcados balanceándose en el bosque, visitas
nocturnas a la Iglesia en momentos de arrebato místico. Tuvo fe en su valor y
en su suerte, se mudó a París, se instaló en una buhardilla con poco dinero y
emprendió la aventura de la literatura, de la cual la autobiografía de esta
mujer indómita es una muestra no exenta de perspicacia y humor.
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