EL SER Y LA NADA
- JEAN PAUL SARTRE
Losada,
Bs As, 2013, 22x14, 864 p. Tapa blanda, rustica editorial, ejemplar
sin uso.
El
concepto de la nada, está definida magistralmente por Jean-Paul
Sartre en su primera obra filosófica, EL SER Y LA NADA (1943).
Sartre concebía a los humanos como seres que crean su propio mundo
al rebelarse contra la autoridad y aceptar la responsabilidad
personal de sus acciones, sin el respaldo ni el auxilio de la
sociedad, la moral tradicional o la fe religiosa.
Al
distinguir entre la existencia humana y el mundo no humano, mantenía
que la existencia de los hombres se caracteriza por la nada, es
decir, por la capacidad para negar y rebelarse. Su teoría del
psicoanálisis existencial afirmaba la ineludible responsabilidad de
todos los individuos al adoptar sus propias decisiones y hacía del
reconocimiento de una absoluta libertad de elección la condición
necesaria de la auténtica existencia humana.
El
Ser y La Nada, considerada la obra cumbre de Jean-Paul Sartre, se
plantea qué es el ser y cómo dar un sentido al concepto de la nada.
Para responder a dichas preguntas utiliza el método fenomenológico
fundado por Edmund Husserl, a quien agradece en la introducción “el
habernos desembarazado de la idea del ser como opuesto a su
apariencia de fenómeno: el fenómeno se da cuando el ser es”. Así,
este gran tratado de ontología fenomenológica se articula alrededor
de la interrogación del fenómeno "conciencia" y del
fenómeno "mundo".
Distingue
dos regiones del ser, que denomina: Ser para sí y Ser en sí
apareciendo el ser del existente humano en términos de nada. La nada
es el ser propio de la existencia humana como conciencia, siendo esta
nada negación. El ser para sí es el propio ser de la conciencia o
subjetividad. La existencia de la conciencia es anterior a ser
conocida, no tiene nada sustancial, porque solo existe en este
aparecerse a sí mismo. El para sí define al hombre en su proyecto
original, por sus deseos. El ser en sí, es el ser del mundo, de los
objetos, en tanto existe con independencia de la conciencia. Es el
ser de la objetividad, trascendente a la conciencia.
El
ser en sí es el ser que es, es una totalidad y el ser para sí es el
ser que no es, es una pura nada, es negatividad. El sujeto es un para
sí que nihiliza el en sí. El sujeto es deseo de ser (porque es pura
nada), quiere ser algo que lo defina por su ser; por lo tanto es
deseo de ser un en sí, ésto sería lograr la totalidad, es decir
ser Dios, cosa que es imposible. Simplemente nos encontramos
existiendo, y entonces tenemos que decidir que hemos de hacer con
nosotros mismos. Como no hemos sido creados para hacer nada en
concreto, ni para realizar ningún fin, cada hombre deberá buscarse
un fin propio, válido solamente para él y realizar su proyecto
particular, que tiene un valor meramente subjetivo. Pero por el solo
hecho de tener el deseo de ser, se es libre; el sujeto elige
libremente cualquier camino para definir ese proyecto original que es
el deseo de ser. El hombre está condenado a ser libre, pero también
se crea libremente los condicionamientos y los obstáculos cuando los
proyectos previamente trazados son erróneos.
De
la libertad derivan varias implicaciones, por ejemplo la
responsabilidad, en donde el hombre es plenamente responsable del
modo de ser que va adquiriendo a lo largo de su existencia. De alguna
manera la libertad resulta incómoda, debido a que hay que saber que
hacer con ella, por lo tanto será la causa de una gran angustia. Al
considerar la Conciencia como fundamento de la nada, -que ya citamos
mas arriba-, distingue dos modos del ser. En primer lugar, la
conciencia, cuya estructura fundamental es la intencionalidad, es
decir, el hecho de que el ser lleva siempre en sí un ser otro. Si se
quiere comprender qué es la nada, no hay que partir del ser en-sí,
pues la nada no podría ser concebida a partir de un ser que es
plenitud, sino que sólo a través de la conciencia puede emerger en
el mundo. La conciencia es, en efecto, nihilizadora, es decir, puede
negar el en-sí. En este sentido, debe ser caracterizada como
libertad; una libertad que al ser absoluta experimenta la angustia
ante la responsabilidad de ser el fundamento de todos sus actos.
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