RETORNO DE LAS ESTRELLAS - LEM,
STANISLAW
Bruguera, España, 1983, 17.5x10.5, 282 pp. Tapa blanda, rustica original
de editor, ejemplar usado, muy buen estado.
En Retorno de las estrellas tenemos una fábula casi tan atemporal como
la escritura misma: la historia de un viaje y un regreso, de un hombre que
pierde sus referentes y que no sabe cómo enfrentarse a lo que le rodea.
Hal Bregg regresa a la Tierra después de una expedición a otra galaxia.
Aunque para él solo han pasado diez años desde su partida, en nuestro planeta
el tiempo ha transcurrido más deprisa y la sociedad ha avanzado ciento
veintisiete años, por lo que prácticamente nada de lo que el protagonista
conocía se mantiene inmutable; no solo el desarrollo tecnológico ha provocado
una miríada de cambios impresionantes, sino que las costumbres sociales y los
modos de relacionarse han evolucionado de manera muy peculiar. El protagonista
tendrá que aprender a aceptar los cambios más evidentes y a replantearse su
propia relación con los que le rodean.
Retorno de las estrellas nos expone a una situación posible: la de
aquellos que afrontan cambios decisivos en sus vidas y no tienen referentes de
ningún tipo para ayudarse.
Hal es un hombre resuelto, algo brusco y honesto, que intenta adaptarse
lo mejor que puede a su nueva situación; sin embargo, los cambios son de tal
magnitud que su camino es arduo. La soledad a la que hace frente, ya que al
regresar no queda vivo ningún conocido, no es meramente física o tangible: su
sentimiento de aislamiento es casi total al no reconocer en sus semejantes
ninguna pauta de conducta que le sirva de ancla.
La parábola de Lem, aunque ambientada en un escenario futurista y
fantástico, no deja de señalar aspectos cotidianos que se viven en nuestra
sociedad actual, se plantea cuestiones que nos atañen de cerca, que apelan a
nuestra manera de entender el mundo y que nos muestran elementos en los que no
solemos reparar. En este caso, Retorno de las estrellas interpela a esa parte
de nosotros que vive aislada del resto; hace referencia a la soledad inherente
al ser humano, a la imposibilidad última de conocer aquello que nos rodea,
incluso aunque creamos comprenderlo y nos esforcemos por hacerlo. Hal Bregg no
se niega a cambiar o a adaptarse, no es un personaje tozudo: el problema que se
le plantea es el de la diferencia entre sí mismo y el mundo, entre su yo
interior y la sociedad. Cuando por fin parece alcanzar una cierta paz (si bien
conseguida forzando las circunstancias) se da cuenta de que todo es apariencia:
la serenidad, si es que está a su alcance, no pasa por acomodarse a su entorno,
sino por aceptarse a sí mismo.
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