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miércoles, 7 de enero de 2015

PAGINAS DE MANUEL MUJICA LAINEZ SELECCIONADAS POR EL AUTOR

PAGINAS DE  MANUEL MUJICA LAINEZ SELECCIONADAS POR EL AUTOR
Celtia, Bs As, 1ra edición 1982, 16x21.5, 233 p. Tapa blanda con solapas, rustica editorial, ejemplar sin uso, excelente estado. Tapa levemente fatigada. Estudio preliminar de Oscar Hermes Villordo.

Asumirse raro en una época tan hostil a la divergencia (sexual, social, familiar) tenía peso específico. Lejos de intimidarse, Mujica Lainez construyó su imagen pública –una mezcla de aristócrata excéntrico, dandy diletante y gentleman demodé– y su literatura a través de esa carga como forma de distinción. El deseo y las prácticas disidentes (de la homosexualidad al incesto, del fetichismo al ocultismo), propias de su literatura, eran constitutivas de su idea de belleza.

A la vez que era reconocido y celebrado, Mujica Lainez provocaba resistencias dentro y fuera de los circuitos intelectuales. Pero no sólo por explorar estas “rarezas”, sino por su posición política, abiertamente conservadora, que le valió especialmente el rechazo de los escritores de izquierda. Para éstos, que comenzaron a dominar el campo intelectual a partir de la década del sesenta, Mujica Lainez era la clara imagen de decadencia artística, amaneramiento de clase y frivolidad de la literatura.

Mujica fue en vida un reconocido y exitoso narrador; sus obras nunca dejaron de reeditarse, y llegó a convertirse en un referente ineludible de la literatura argentina, hasta para quienes estaban muy lejos de sus posiciones estéticas y políticas
¿Cómo se leían estas “rarezas” en las narraciones de Mujica? De acuerdo con la recepción de sus textos en diversos medios, se aludía a ellas (incluyendo la exuberancia de su escritura) con eufemismos y se las vinculaba a un modo aristocrático o pedante, pero de ninguna manera como prácticas posibles. Se trataba de artificios, como artificiosa era la literatura de Mujica. Por ejemplo, La Nación (donde trabajaba Mujica) opinaba que los personajes de la novela Los ídolos estaban “cargados de civilización y de refinamientos que a veces caen en lo enfermizo y que insinúan ‘complejos’ con la naturalidad que tuvieron después de la edad clásica y antes del psicoanálisis”. De esta manera se subrayaba lo superfluo de tales “complejos” (entiéndase: homosexualidad, como si fuese una afectación de señoritos).

Manuel Mujica Lainez, en fin, dejó de ser un nombre en la historia de la literatura argentina para adquirir una atractiva actualidad. Es decir, es un escritor debatible en el panorama cultural de estos días. Y qué mejor para discutir sus obras que la recreación de las disputas peronismo/antiperonismo en el núcleo de la cultura argentina, en un clima pálidamente semejante a aquél en el que su imagen y su palabra provocativa brillaron.

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