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jueves, 9 de enero de 2014

LA PENA DE MUERTE - A. CAMUS / A. KOESTLER

LA PENA DE MUERTE - A. CAMUS / A. KOESTLER

Emece, Bs As,1ra edición, 2da reimpresión, 1972, 14x22, 216 p. Rustica editorial, tapa blanda, ejemplar sin uso, excelente estado.

El valor de estos ensayos reside más que en el estilo de escritura en la propuesta de sus autores. Ambos (Koestler y Camus) y Bloch-Michel (a quién corresponde la introducción y algunos anexos de este libro) abordaron el tema de un modo que denunciara la pena de muerte en un contexto de entre guerras.
El primer ensayo de Arthur Koestler fue escrito 1937 luego de que el escritor se salvase de una condena a muerte en una prisión franquista en Queipo de Llano. A pesar de evitar la condena muchos de sus compañeros no tuvieron la misma suerte y es a partir de esta experiencia que escribe Reflexiones sobre la horca, en el inicio de este ensayo advierte “Tenía la intención de escribir de manera simple y desinteresada, pero no pude: la indignación y la piedad me arrastraron. Pensándolo bien, tal vez sea mejor así. La pena de muerte no es sólo un tema de estadísticas o de sistemas, sino de moral y sentimientos.”
Lo anterior no le impidió a Koestler desarrollar su defensa a la abolición de una manera razonable, sus argumentos están llenos de estadísticas y de estudios, por ejemplo la pena de muerte nunca demostró bajar las tasas de delincuencia o asesinato. Tampoco la justicia que exigía la gente parecía ser una buena razón, teniendo en cuenta que cerca del 98% de los que asistían a las ejecuciones serían futuros condenados a muerte.
Otros argumentos se enmarcan en otros principios que aún nos rigen. Koestler duda de la libertad absoluta del hombre y del hecho de que este deba elegir siempre “el camino correcto” como si tuviera un esfuerzo moral sin límites. Reflexiona sobre a quienes realmente deberíamos dejarle este problema, dudaba si los juristas eran los más indicados, porque estos eran –y son- sólo defensores de la ley más que del hombre. Alterar el orden de la naturaleza no es posible y muchas veces los responsables de estos crimines no estaban en todos sus cabales.
Todos estos argumentos le parecieron interesantes a Albert Camus, quien justamente retrató en El extranjero cómo Meursault con los efectos de la naturaleza -específicamente el sol- cometía un crimen sin pensarlo demasiado. A partir del ensayo de Koestler y de una mala experiencia de su padre al observar una ejecución escribe Reflexiones sobre la guillotina donde cuestiona la necesidad de la ejecución de los criminales y el hecho de que si la gente realmente quisiera que se hiciera justicia de este modo asistirían a las ejecuciones en vez de quedarse en casa y leerlo en los titulares de los periódicos. “La sociedad no cree lo que dice. Si lo creyera realmente, mostraría las cabezas. Concedería a las ejecuciones la publicidad que reserva comúnmente a los empréstitos nacionales o a las nuevas marcas de aperitivos”
Ambos ensayos reflexionan sobre las cuestiones más complejas en torno a la pena de muerte, su supuesta efectividad, la responsabilidad que recae en quienes la permiten, dudar de la efectividad de las leyes. Lo interesante al final es que sus argumentos siguen siendo contingentes en la actualidad, sobre todo tomando en cuenta que no todos los países han abolido esta pena y que en muchos de estos –pensemos el medio oriente- no se aplican del modo más humanitario posible.

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