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jueves, 9 de enero de 2014

EL SEXO, EL HOMINISMO Y LA NATALIDAD - Dr GOMEZ OCAÑA

EL SEXO, EL HOMINISMO Y LA NATALIDAD - Dr GOMEZ OCAÑA

Saturnino Calleja, Madrid, 1ra edición 1919, 13x18, 148 p. Rustica editorial, tapa blanda, leves manchas de oxido, ejemplar intonso, sin uso, excelente estado.

José Gómez Ocaña, catedrático de fisiología en la Universidad de Madrid, se empeñaba en dotar al concepto de feminismo de un nuevo significado en este libro publicado en 1919 dentro de una serie de monografías médicas de carácter divulgativo alegando que “feminismo es la exaltación de las naturales aptitudes de la bella mitad del género humano”, las cuales son las relacionadas con la reproducción. Por el contrario, “hominismo” seria la forma de denominar “a las modernas aspiraciones de las mujeres que tratan de igualar, alternar y suplantar a los varones en sus funciones cívicas, profesionales y políticas”; (...) “hominista”, según esta definición, habría que llamar a “la mujer que se sale de su casa y de sus casillas; que aspira a concejal, o diputado, o ministro; a médico, abogado o ingeniero femenino...”.
La idea y el término hominismo que empleaba Gómez Ocaña tuvieron aceptación entre los médicos de la época. Ramón y Cajal lo utiliza en alguno de sus textos y Víctor Conill, catedrático de ginecología en Barcelona, lo rebautiza en 1927 ante un auditorio de médicos catalanes:
existe un problema social moderno, el feminismo, sobre el cual el ginecólogo es, a mi modesto juicio, el más capacitado para informar y de hecho asume esta misión situándolo en un plano sensato, biológico, muy lejos de aquel masculinismo con que
suele comprenderse y bajo cuya bandera lucha en diferentes países".
Para Gómez Ocaña la mujer, considerada desde un punto de vista anatomo-funcional, es ligeramente diferente del hombre, pues “sólo diferencias de grado separan al hombre de la mujer”, advirtiendo que a estos sutiles distingos no había que aplicarles lo que él llamaba “juicio de calidades”, es decir, no había que entrar a valorar lo que era superior o inferior, mejor o peor. Morfológicamente, las diferencias quedaban limitadas a “los órganos destinados a la generación”, mientras que los denominados caracteres sexuales secundarios (pelo, barba, timbre voz, estructura ósea, morbidez de formas, transparencia de la piel) no los consideraba decisorios ni de primer orden, dado que su presencia no estaría únicamente relacionada con las secreciones de las glándulas sexuales y dado que con mucha frecuencia se encontraban caracteres conceptuados como femeninos en varones y viceversa.
Se preguntaba Gómez Ocaña:
¿quién no ha conocido varones con muy atenuados caracteres viriles secundarios que, sin embargo, fueron padres de una numerosa prole?”, y más adelante: "si en lo anatómico el hombre posee mamas rudimentarias (que por excepción pueden desarrollarse y funcionar), y en lo histológico puede ofrecer exuberante desarrollo del tejido adiposo, lo mismo pueden encontrarse mujeres atletas, enérgicas y hasta barbudas” Químicamente, las diferencias son más claras; el autor desliza elementos abiertamente existas que contradicen sus intentos de no jerarquizar lo masculino y lo femenino.
Para Gómez Ocaña, en fin, la principal diferencia está en la capacidad de la mujer para concebir, que marca su destino tanto si pare como si no y concluye diciendo, con palabras de Margarita Nelken, que las mujeres son “madres sobre todo”.

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