SARMIENTO CONSTRUCTOR NUEVA ARGENTINA
(s/uso) ANIBAL PONCE
LA VEJEZ DE SARMIENTO
Solar-Hachette, Bs As, 1976, 20x14, 282 pp. Tapa blanda,
rustica original de editor, ejemplar sin uso, excelente estado. Estudio
preliminar de Luis Iglesias.
Dedicado a desplegar episodios e ideas relevantes en la construcción de
la Argentina moderna, a través de la biografía de figuras representativas de la
Generación del Ochenta, tales mismo Domingo Faustino Sarmiento en la última
etapa de su vida. Es un recorte de la realidad realizado con la intención de
componer modelos ejemplares representativos de la imagen nacional que Ponce
procura reconstruir. A través de las narraciones biográficas y del juego de las
oposiciones, a lo largo del texto va decantando una imagen de lo que es y debe
ser un intelectual.
La biografía es presentada como recurso que permite definir posiciones
ideológicas dentro de un contexto histórico en que figuras emblemáticas como
Domingo Faustino Sarmiento y Juan Manuel de Rosas sintetizan proyectos
políticos contrapuestos. La escritura del texto tiene que ver con la necesidad
de autoidentificación, en el marco de la construcción de la moderna cultura
nacional. Así, Sarmiento aparece como “el eje alrededor del cual gira todo” ya
que su influencia renovadora abarca tanto las letras como la educación, la
política, la investigación científica, permitiendo una explicación total de
nuestra cultura.
Sarmiento es para Ponce el intelectual que ha realizado sobre sí mismo
el trabajo de trasmutar la barbarie en civilización, tal como surge de la
descripción de los años de infancia y juventud del sanjuanino en su obra
Sarmiento constructor de la nueva Argentina (Ponce, [1932] 1974, I: 337-435). Más
esa experiencia subjetiva se traduce en la formulación de las categorías que
estructuran su percepción del presente y su proyección de futuro, la dicotomía
“barbarie-civilización”.
El sistema de opuestos con los que abona Ponce su propia argumentación
agrupa por el lado de la barbarie a “la sociedad envejecida”, “el feudalismo”,
“la colonia monárquica y teológica”, “la política menuda”, “la semicultura
literaria” y “el viejo humanismo complaciente” (más preocupado por la forma del
estilo que por el alcance de los conceptos); mientras que por el lado de la
civilización afirma “el trabajo que emancipa”, “la ciencia que destruye
temores”, “la cultura nueva”, “la renovación de la enseñanza y la escuela
laica”.
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