Ejemplares usados, excelente estado.
La revista BOOM pensó a Rosario como una gran ciudad, la miró como nadie
antes la había visto; y la contó y la mostró como nadie la contaría ni la
mostraría, ni antes ni después.
Se publicaron 22 números entre agosto de 1968 y julio de 1970. La
revista no llegó a ser un semanario; primero fue mensual y luego salió
quincenalmente, la cantidad de ejemplares vendidos oscila entre 2000 y 5000
según distintas fuentes.
En consonancia con el título, BOOM marcó
una ruptura no sólo en la construcción del relato periodístico sino también en
su objeto: la ciudad y retrató a la ciudad y sus habitantes en su complejidad
cultural: las villas miseria, el Rosariazo, la arquitectura, la noche y las
inquietudes artísticas del entonces.
Su director fue Ovidio Lagos Rueda (quien había
trabajado como redactor en Primera Plana, junto a Tomás Eloy Martínez y Ernesto
Schoó, entre otros), y como colaboradores y columnistas a Roberto Fontanarrosa,
Carlos Saldi, Luis Etcheverry, Reynaldo Svend Segovia, Alberto Brescó, Rafael
Oscar Ielpi, Jorge Laborde, Gregorio Zeballos, Rodolfo Vinacua, Héctor Zinni,
Juan Carlos Martini, entre otros.
En Rosario, Lagos Rueda reunió a un grupo de jóvenes inexpertos que aprendió a trabajar a la medida que salían los números. La revista recreó la cultura local, el imaginario de las nuevas generaciones. Las imágenes del Rosariazo tomadas por Carlos Saldi permanecen en la memoria de los rosarinos, así como los conceptos que elaboró Boom sobre los ricos de la ciudad y sus lugares de sociabilización, los pobres y la villa miseria, las mujeres de los 70, y algunas prácticas prohibidas como los juegos de azar. Sumado a esto, el sumario pretendía echar luz sobre algunos tabúes de los rosarinos. Los judíos, la homosexualidad, Juan Domingo Perón, la pornografía, fueron algunas de las temáticas tratadas con gran despliegue.
Boom supo conjugar un nuevo diseño, nuevo
vocabulario y contenido que rompieron con los parámetros establecidos. Las
tapas pretendían conmover al lector e invitarlo a abordar otras
particularidades no demasiado tratadas por la prensa local. El lenguaje de las
notas propuso otras palabras para definir lo que sucedía en la sociedad, de
hecho “boom” era una palabra que sonaba en esos tiempos, (fue el nombre del
movimiento de literatura latinoamericana de ese entonces).
BOOM fue el mensuario que registró el ingreso de Rosario a la
modernidad próspera de los 60.
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