MEMORIAS
DEL CORONEL MANUEL BAIGORRIA
EUDEBA,
Bs As, 1977, 15x22, 127 p. Tapa blanda, rustica
editorial, ejemplar sin uso, excelente estado.
Manuel
Baigorria (1809/1875),
estuvo largos años refugiado en las tolderías de los
indígenas.
Llegó a ser considerado un cacique
entre
los ranqueles.
En
1868
comenzó
a escribir estas interesantes Memorias, de las que vale la pena citar
el prefacio:
"El coronel Baigorria, en la Villa de Río Cuarto, a seis días del mes de mayo de 1868, no teniendo en qué distraerse, se ocupa en recordar ligeramente su pasada y agitada vida."
Ingresó
a la vida militar desde muy pequeño y actuó bajo el mando del
General José María Paz -uno de los principales jefes unitarios-.
Peleando al lado de Luis Videla -líder cuyano- cayó prisionero
después de la batalla de Rodeo Chacón en 1831; y merced a la acción
de un soldado no integró una caravana de prisioneros que iba directo
al fusilamiento.
Luego
de esa derrota -algo que se tornaría una costumbre en su vida- y
ante un clima general adverso por el dominio de los federales, tomo
una decisión que establece un quiebre en su vida: al poco tiempo de
pasar los veinte años decidió refugiarse en las tolderías de los
indios ranqueles.
En
ese momento ya tenía los antecedentes necesarios para ser
protagonista en las peleas por el control de territorio en la región
de Cuyo y en las provincias del centro del país, de modo que
establecido entre los indios no dejó de participar en la vida del
otro lado de la frontera, convocado por distintos jefes.
Su
vida en las tolderías le valió el apodo de "el indio". De
hecho se estableció tan bien que al tiempo se convirtió en uno de
los caciques principales; y de ese modo no sólo tuvo mando sobre
tropas blancas (otros refugiados) sino sobre indios que pelearon bajo
sus órdenes en las luchas político-militares durante dos décadas.
Al
regresar al territorio blanco dejó un heredero, de modo de perpetuar
el apellido Baigorria en el dominio de la pampa. Tal como se usaba
entre los nativos, Manuel Baigorria fue padrino de un indio al que se
le puso el mismo nombre y al que se apodaba "Baigorrita".
Darle
el nombre a un sobrino implicaba ponerlo bajo su patrocinio para toda
la vida; que el sobrino pasara del dominio del padre al del padrino,
obligado a quererlo siempre, a respetarlo en todo, a seguir sus
consejos y a no combatir nunca contra él
Cuenta
Lucio V. Mansilla que al internarse en territorio ranquel y en una
entrevista con Baigorrita le dijo a este último que Manuel
Baigorria"no era buen hombre, que había sido mal cristiano y
mal indio, que a unos y a otros los había traicionado"; y
que la respuesta de Baigorrita fue que no desconocía sus razones,
pero que al fin era su padrino, que llevaba su nombre y que no podía
dejar de quererle.
Este
cacique fue un gran jefe que defendió a su indios estoicamente y
murió en 1879 peleando contra las fuerzas nacionales.
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