EL HOMBRE MEDIOCRE
- JOSE INGENIEROS
Cauce, Bs As, 1957, 20.5x14,
156 p. Tapa blanda con solapas, rustica editorial, ejemplar usado, excelente
estado.
José Ingenieros (1877 Italia
- 1925 Bs As) Su nombre original era Giuseppe Ingegneri. Fue médico,
psiquiatra, psicólogo, farmacéutico, escritor, docente, filósofo y sociólogo.
En 1892, tras terminar sus estudios secundarios, fundo el periódico La Reforma.
Ingenieros termino sus estudios en las universidades de Paris, Ginebra, Lausana
y Heidelberg. Hacia 1919 renuncio a todos los cargos docentes y comenzó hacia
1920 su etapa política, participando de manera activa en favor del grupo
Claridad, de tendencia comunista. Unos años después propuso la formación de la Unión
Latinoamericana, una organización que difundió sus ideas antiimperialistas. En
1925, poco antes de morir fundo la revista Renovación, en la que escribió con
los seudónimos de Julio Barreda Lynch y de Raúl H. Cisneros. Ingenieros se
distancio del socialismo de Estado y empezó a colaborar con periódicos
anarquistas.
Ingenieros fue un
representante destacado del pensamiento positivista, sobre todo en sus primeros
años. También fue uno de los fundadores del socialismo en Argentina, aunque no
participó orgánicamente en la actividad partidaria. A partir de la década del
10 comenzó a profundizar una línea de pensamiento más relacionada con los
aspectos morales y políticos, aspectos ambos que Ingenieros veía íntimamente
relacionados, inspirando a la juventud latinoamericana que realizó la Reforma
Universitaria desde 1918 y lo nombró Maestro de la Juventud de América Latina.
Sus desarrollos sobre la identidad latinoamericana y el antiimperialismo
tuvieron gran influencia sobre varias generaciones del continente.
El hombre mediocre es
incapaz de usar su imaginación para concebir ideales que le propongan un futuro
por el cual luchar. De ahí que se vuelva sumiso a toda rutina, a los
prejuicios, a las domesticidades y así se vuelva parte de un rebaño o
colectividad, cuyas acciones o motivos no cuestiona, sino que sigue ciegamente.
El mediocre es dócil, maleable, ignorante, un ser vegetativo, carente de
personalidad, contrario a la perfección, solidario y cómplice de los intereses
creados que lo hacen borrego del rebaño social. Vive según las conveniencias y
no logra aprender a amar. En su vida acomodaticia se vuelve vil y escéptico,
cobarde. Los mediocres no son genios, ni héroes ni santos.
Un hombre mediocre no acepta
ideas distintas a las que ya ha recibido por tradición (aquí se ve en parte la
idea positivista de la época, el hombre como receptor y continuador de la
herencia biológica), sin darse cuenta de que justamente las creencias son
relativas a quien las cree, pudiendo existir hombres con ideas totalmente
contrarias al mismo tiempo. A su vez, el hombre mediocre entra en una lucha contra
el idealismo por envidia, intenta opacar desesperadamente toda acción noble,
porque sabe que su existencia depende de que el idealista nunca sea reconocido
y de que no se ponga por encima de sí.
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