UNA
EXCURSION A LOS INDIOS RANQUELES (nuevo) MANSILLA LUCIO
EDICOL,
Bs As, 1ra edición en la editorial 2006, 20x14, 536 pp. Tapa blanda
con solapas, rustica original de editor, ejemplar nuevo, excelente
estado.
Una
excursión a los indios ranqueles es
una obra del escritor, periodista, político y militar Lucio V.
Mansilla (1831-1913).
Describe
su encuentro en los primeros días de abril de 1870, como coronel del
Ejército
argentino,
con el lonkonato (‘cacicazgo’, en el idioma mapuche hablado por
los ranqueles) en su propio territorio (actualmente dentro de la
provincia
de La Pampa)
y su reunión con el cacique
Panguitruz Guor (Zorro
Cazador de Pumas), que se hacía llamar Mariano Rosas, nombre que le
había dado su captor, Juan
Manuel de Rosas.
El motivo del viaje era convencer al cacique de trasladarse a la
comandancia de Rio Cuarto
(provincia
de Córdoba),
para refrendar un tratado de paz con el gobierno argentino.
Las
apostillas fueron luego publicadas como libro y recibieron el primer
premio en 1875 en el Congreso Geográfico Internacional de París.
El
texto es sumamente ameno, de interés atrapante y grata lectura. Un
importante referente a la hora de querer saber como era la vida de
los aborígenes y el paisaje en esa región de la llanura pampeana.
Fue
publicado como apostillas en el diario La Tribuna, perteneciente a
los hermanos Varela, que eran amigos de Mansilla, y a quienes nombra
en los primeros capítulos. Ese diario se ocupaba casi con
exclusividad de mejorar la imagen de Mansilla en pos de su carrera
política.
Las
apostillas empezaron a publicarse el 20 de mayo de 1870, pero el 7 de
septiembre se interrumpieron. El director del diario La
Tribuna,
Héctor Varela, recopiló las cartas publicadas más otras cuatro
finales, que nunca se publicaron en el diario. Con todo ese material
se completó, ese mismo año, la primera edición del libro completo,
de dos tomos, con un total de 68 capítulos (uno por cada apostilla)
en Bs As. La
obra está escrita en un lenguaje coloquial y ameno, poco frecuente
en la literatura de aquel entonces, como si se tratara de una larga
conversación con un amigo. Es probable que su técnica narrativa, en
la que es frecuente el arte de crear expectativa para luego
defraudarla de golpe, la digresión, la insinuación elíptica y el
suspenso; la haya aprendido de los gauchos
con
los que convivió en su vida.
Mansilla
definió con lucidez los caracteres y comportamientos de los
ranqueles y de los cautivos blancos secuestrados por ellos o que a la
inversa buscaron refugio en las tolderías, perseguidos por el
gobierno. Describe bien a los caciques y sus costumbres; y sus
impresiones sobre los aborígenes y su constitución familiar, su
idioma, religión, administración y comercio. Son además
destacables sus descripciones paisajistas. No obstante, incurrió en
varias equivocaciones, producto del poco conocimiento que se tenía
sobre el origen de las poblaciones indígenas. Ejemplos: en el primer
capítulo dice que los ranqueles eran parte de las tribus araucanas
venidas de Chile e instaladas del lado oriental de la Cordillera
después de cruzar los ríos Negro y Colorado. Esto constituye un
error etnografico,
ya que los ranqueles son una conjunción de pehuenches
del
norte de Neuquén y sur de Mendoza con grupos pampeanos. Más
adelante explica al cacique Rosas, intentando demostrarle la
“superioridad” del euro–criollo, que el ranquel usa poncho
porque lo aprendió de los “blancos”, cuando fue al revés. Pese
a los errores mencionados, la obra resultó con el tiempo ser de un
gran aporte al conocimiento del aborigen de esas regiones.
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