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domingo, 1 de octubre de 2017

UNA EXCURSION A LOS INDIOS RANQUELES (nuevo) MANSILLA LUCIO

UNA EXCURSION A LOS INDIOS RANQUELES (nuevo) MANSILLA LUCIO
EDICOL, Bs As, 1ra edición en la editorial 2006, 20x14, 536 pp. Tapa blanda con solapas, rustica original de editor, ejemplar nuevo, excelente estado.

Una excursión a los indios ranqueles es una obra del escritor, periodista, político y militar Lucio V. Mansilla (1831-1913).
Describe su encuentro en los primeros días de abril de 1870, como coronel del Ejército argentino, con el lonkonato (‘cacicazgo’, en el idioma mapuche hablado por los ranqueles) en su propio territorio (actualmente dentro de la provincia de La Pampa) y su reunión con el cacique Panguitruz Guor (Zorro Cazador de Pumas), que se hacía llamar Mariano Rosas, nombre que le había dado su captor, Juan Manuel de Rosas. El motivo del viaje era convencer al cacique de trasladarse a la comandancia de Rio Cuarto (provincia de Córdoba), para refrendar un tratado de paz con el gobierno argentino.
Las apostillas fueron luego publicadas como libro y recibieron el primer premio en 1875 en el Congreso Geográfico Internacional de París.
El texto es sumamente ameno, de interés atrapante y grata lectura. Un importante referente a la hora de querer saber como era la vida de los aborígenes y el paisaje en esa región de la llanura pampeana.
Fue publicado como apostillas en el diario La Tribuna, perteneciente a los hermanos Varela, que eran amigos de Mansilla, y a quienes nombra en los primeros capítulos. Ese diario se ocupaba casi con exclusividad de mejorar la imagen de Mansilla en pos de su carrera política.
Las apostillas empezaron a publicarse el 20 de mayo de 1870, pero el 7 de septiembre se interrumpieron. El director del diario La Tribuna, Héctor Varela, recopiló las cartas publicadas más otras cuatro finales, que nunca se publicaron en el diario. Con todo ese material se completó, ese mismo año, la primera edición del libro completo, de dos tomos, con un total de 68 capítulos (uno por cada apostilla) en Bs As. La obra está escrita en un lenguaje coloquial y ameno, poco frecuente en la literatura de aquel entonces, como si se tratara de una larga conversación con un amigo. Es probable que su técnica narrativa, en la que es frecuente el arte de crear expectativa para luego defraudarla de golpe, la digresión, la insinuación elíptica y el suspenso; la haya aprendido de los gauchos con los que convivió en su vida.
Mansilla definió con lucidez los caracteres y comportamientos de los ranqueles y de los cautivos blancos secuestrados por ellos o que a la inversa buscaron refugio en las tolderías, perseguidos por el gobierno. Describe bien a los caciques y sus costumbres; y sus impresiones sobre los aborígenes y su constitución familiar, su idioma, religión, administración y comercio. Son además destacables sus descripciones paisajistas. No obstante, incurrió en varias equivocaciones, producto del poco conocimiento que se tenía sobre el origen de las poblaciones indígenas. Ejemplos: en el primer capítulo dice que los ranqueles eran parte de las tribus araucanas venidas de Chile e instaladas del lado oriental de la Cordillera después de cruzar los ríos Negro y Colorado. Esto constituye un error etnografico, ya que los ranqueles son una conjunción de pehuenches del norte de Neuquén y sur de Mendoza con grupos pampeanos. Más adelante explica al cacique Rosas, intentando demostrarle la “superioridad” del euro–criollo, que el ranquel usa poncho porque lo aprendió de los “blancos”, cuando fue al revés. Pese a los errores mencionados, la obra resultó con el tiempo ser de un gran aporte al conocimiento del aborigen de esas regiones.

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