LA
DIVISA PUNZO (1939 impecable!!) GROUSSAC PAUL
Jesus
Menendez, Bs As, 5ta edición 1939, 19x13, 237 pp. Tapa blanda,
rustica original de editor, ejemplar usado, excelente estado. ISBN sd
Drama
histórico en cuatro actos estrenado en el Teatro Colón, de Buenos
Aires la noche del 6 de Julio de 1923.
En
La divisa punzó, Paul Groussac se inserta en esa tradición que
comienza con Echeverría y Sarmiento, y rescribe el mito haciendo
hincapié en un suceso histórico determinado: el complot que en 1839
Ramón Maza organizó en contra del Restaurador, en el marco de las
corrientes antirrosistas que surgieron con motivo del bloqueo que la
armada francesa había dispuesto sobre Buenos Aires. El asesinato de
Manuel Vicente Maza, padre de Ramón y presidente de la Legislatura
en aquel entonces, y el fusilamiento del conspirador –ambos
ordenados por Rosas– fueron los efectos que tuvo la fallida
conjura. Acontecimientos éstos que habían sido narrados,
previamente, en Amalia de José Mármol.
Estrenado en 1923 por la compañía teatral Quiroga (ironía debida al apellido del dueño de la misma), el drama en cuatro actos que es La divisa punzó tiene a Rosas y a Manuelita, su hija, como personajes centrales. El amor prohibido de ella por un unitario y las tensiones que entre ambos suscita el péndulo del que Rosas suspende la vida de Maza colocan a los protagonistas en una estructura más o menos maniquea por la que la “civilización” y la “barbarie” son (una vez más) los valores que trasuntan esta tardía expresión de “literatura antirrosista”. Tardía si se tiene en cuenta que Groussac la escribe en los umbrales del nacionalismo restaurado por el golpe militar de 1930, momento en que la revisión apologética del caudillo hace de su figura la cifra de lo auténticamente argentino, en función del paradigma que concibe a los inmigrantes como la fuerza disolutoria de la nación en marcha.
La obra de Groussac, de este modo, no puede dejar de ser vista a la luz del rol preponderante que él mismo jugó entre los intelectuales argentinos de la generación del ‘80, en circunstancias en que el europeísmo era la perspectiva hegemónica. Modelo del intelectual trasplantado, parafraseando al alter ego de Piglia en Respiración artificial, Groussac –en su calidad de árbitro del campo intelectual de su tiempo– es el síntoma en que se expresan los valores de una cultura dominada por la superstición europeísta. Así, en La divisa punzó, los franceses y hasta los británicos están detrás del complot que se pergeña en contra de Rosas, lo que le permite al autor hallar en la Historia una justificación de la ideología que su texto amplifica. Ideología que, en los tan literarios tiempos del rosismo, bien le hubiera valido a Groussac el mote de “salvaje e inmundo unitario”.
Estrenado en 1923 por la compañía teatral Quiroga (ironía debida al apellido del dueño de la misma), el drama en cuatro actos que es La divisa punzó tiene a Rosas y a Manuelita, su hija, como personajes centrales. El amor prohibido de ella por un unitario y las tensiones que entre ambos suscita el péndulo del que Rosas suspende la vida de Maza colocan a los protagonistas en una estructura más o menos maniquea por la que la “civilización” y la “barbarie” son (una vez más) los valores que trasuntan esta tardía expresión de “literatura antirrosista”. Tardía si se tiene en cuenta que Groussac la escribe en los umbrales del nacionalismo restaurado por el golpe militar de 1930, momento en que la revisión apologética del caudillo hace de su figura la cifra de lo auténticamente argentino, en función del paradigma que concibe a los inmigrantes como la fuerza disolutoria de la nación en marcha.
La obra de Groussac, de este modo, no puede dejar de ser vista a la luz del rol preponderante que él mismo jugó entre los intelectuales argentinos de la generación del ‘80, en circunstancias en que el europeísmo era la perspectiva hegemónica. Modelo del intelectual trasplantado, parafraseando al alter ego de Piglia en Respiración artificial, Groussac –en su calidad de árbitro del campo intelectual de su tiempo– es el síntoma en que se expresan los valores de una cultura dominada por la superstición europeísta. Así, en La divisa punzó, los franceses y hasta los británicos están detrás del complot que se pergeña en contra de Rosas, lo que le permite al autor hallar en la Historia una justificación de la ideología que su texto amplifica. Ideología que, en los tan literarios tiempos del rosismo, bien le hubiera valido a Groussac el mote de “salvaje e inmundo unitario”.
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