AVENTURAS DE GORDON
PYM (nuevo) POE EDGAR
Orbis Hyspamerica, Bs
As, 1982, 18,5x11,5, 432 pp. Tapa dura simil cuero editorial, rustica
original de editor, ejemplar nuevo, excelente estado.
Poe
ha pasado a la historia de la literatura como escritor de una única
novela. Y ni falta que haría más, no solo porque el autor
consiguiera influir con sus excelentes relatos en los géneros de
terror, de ciencia ficción y policíaco, sino porque su única
novela, La narración de Arthur Gordon Pym, fascinó e inspiró a
partes iguales a Herman Melville, Julio Verne, H. P. Lovecraft o H.
G. Wells.
Extraña
y singular, la narración de Poe decía basarse en hechos reales,
dentro de la larga tradición de novelas que gustan de presentar la
ficción como realidad y que incluye historias como Los viajes de
Gulliver o Robinson Crusoe. Sin embargo, lo cierto es que más que
basarse en un acontecimiento pasado hay que decir que la novela de
Poe adelanta algo que todavía estaba por ocurrir, algo que es más
frecuente en la literatura de lo que pudiera pensarse, sobre todo
dentro del género de ciencia ficción.
Entre
peripecia y peripecia uno de los pasajes de La narración de Arthur
Gordon Pym es el naufragio de un barco ballenero llamado Grampus,
seguramente basado en la tragedia del ballenero Essex. En él Poe
relata cómo, tras varios días a la deriva, cuatro supervivientes,
desesperados por no tener comida, deciden asesinar y devorar a uno de
ellos para asegurar la supervivencia del resto. Después de echarlo a
suertes la desafortunada elección recae en el más joven de todos,
un grumete llamado Richard Parker, que es apuñalado y comido por
partes durante cuatro días.
Cuarenta
y seis años después, el 5 de julio de 1884, ocurrió el naufragio
real de un velero mercante inglés llamado Mignonette que navegaba
por el Cabo de Buena Esperanza. Una vez más, ahora en la realidad,
cuatro marineros lograron sobrevivir al desastre: el capitán Tom
Dudley, Edwin Stephens, Edmund Brooks y ‒aquí empiezan las
coincidencias más espeluznantes‒ el grumete Richard Parker de 17
años, que por cierto había mentido sobre su edad para poder
enrolarse en el barco y que probablemente no había oído hablar en
su vida de Poe ni mucho menos conocía su novela. Después de varios
días a la deriva, los supervivientes se quedaron sin comida ni agua
y tomaron la desesperada decisión de echar a suertes quién serviría
de alimento a los demás. Le tocó, como no podía ser de otra
manera, al joven Richard Parker, que corrió una suerte muy parecida
a la de su homónimo ficticio.
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