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domingo, 28 de agosto de 2011

PEPITA JIMENEZ - JUAN VARELA.


PEPITA JIMENEZ   -  JUAN VARELA. Sociedad Editora Latino Americana. BsAs 1ra edición 1946. 160 pp., 13x18 cm.
Considerado como el máximo representante del arte por el arte. Su realismo es moderado.Rechaza, por un lado, los excesos fantasiosos o sentimentales de la novelística romántica; sus obras poseen una ambientación precisa y los personajes son verosímiles. Pero, por otra parte, elimina los aspectos más desagradables de la realidad. Podemos hablar, pues, de cierto toque esteticista, idealizador. No es extraño que declarase que, si la realidad es desagradable, el escritor debe "mentir para consuelo" de sus lectores. Sus mejores hallazgos, en cuanto al contenido de sus obras, reside en los análisis psicológicos que realiza de sus personajes, sobre todo de los femeninos. Contrario a las novelas de tesis, aunque en sus obras se puede apreciar la tendencia a demostrar una de ellas: en el conflicto entre el deseo y los impulsos humanos frente a los convencionalismos (sobre todo religiosos), vencen siempre los primeros: la vida, la pasión se anteponen al pseudomisticismo (Pepita Jiménez) y la mojigatería (Juanita la Larga). Su estilo es el más cuidado de entre todos los escritores realistas. Busca la sencillez; se decanta por la selección. De ahí los importantes aciertos estilísticos que apreciamos en sus obras.
La mejor obra de Valera es, sin duda, Pepita Jiménez (1874). Su originalidad reside, en primer lugar, en el tono epistolar inicial (con un epílogo de narración directa). Los puntos de vista se entrecruzan; la estructura está muy bien cuidada. La obra está escrita en tres partes: "Cartas de mi sobrino", "Paralipómenos" y "Epílogo: cartas de mi hermano". El autor nos presenta la obra como si fuese un manuscrito que él encontró entre los papeles de un deán de una catedral andaluza. Nos explica que cambiará los nombres de los protagonistas, algunos aún vivos. Esta técnica (llamada "del manuscrito encontrado") tiene su origen en El Quijote: el autor, para dar verosimilitud a su obra, dice no ser el inventor de la misma, sino que la encontró ya escrita. Así, la trama adquiere visos de ser auténtica. La obra posee multitud de puntos de vista; se consigue así crear un relato rico y variado; al principio, sólo conocemos lo que el protagonista desea, pero poco a poco se nos completa la visión de los hechos, aclarando ciertas "lagunas" que, por verosimilitud, no podían ser cubiertas en la parte epistolar. A partir de la segunda parte, domina la omnisciencia de Valera, que selecciona los acontecimientos y maneja a la perfección su mundo creado. EJEMPLAR DISPONIBLE.