DIARIO
DE UN HOMBRE ENGAÑADO (1ra ed.)
- PIERRE D. LA ROCHELLE
Bruguera,
Barcelona, 1ra edición 1981 en la editorial, 11x16, 222 p. Tapa
blanda levemente fatigada, rustica editorial, excelente estado de
conservación, ejemplar sin uso.
Nacido
en París, el 3 de enero de 1893,
parte
para el frente en 1914, apenas se declaró la I Guerra Mundial.
Ya
en la postguerra, París se rinde a sus pies. Interesado por todas
las corrientes estéticas de su tiempo del surrealismo pasa al
dandismo, mientras experimenta con las drogas, antes de hacerse
comunista. Su principal obsesión de entonces es la decadencia.
La
relación del escritor con la Argentina es detallada por Roberto
Bardini y Giselle Dexter: “El ex combatiente francés visitó
Argentina en 1933, donde dio conferencias en el aristocrático Jockey
Club, conoció a Jorge Luis Borges y se convirtió en uno de los
primeros críticos en reconocer su talento. En agosto de ese año
publicó un elogioso comentario sobre la erudición del escritor
argentino –que entonces tenía 33 años– en la revista Megáfono,
en el que declara que Borges
vaut le voyage (“Borges
vale el viaje”). Pero su relación más intensa en Buenos Aires fue
con Victoria Ocampo, quien fue su amante. Las inquietudes políticas
de Drieu La Rochelle datan de comienzos de los años 30. Para
entonces, de sus filias comunistas no queda nada. Tras adscribirse a
la ultraderechista Action Française, cuando publicó la Comedia
de
Charleroi se
declaró abiertamente fascista. Interesado por la agrupación del
“capitalismo inteligente” en una unión europea, en 1934 publicó
Socialisme
fasciste:
su idea de la unidad del Viejo Continente coincidió plenamente con
la Hitler. Defensor por tanto del gobierno que Pétain organizó en
Vichy, dirigió durante los primeros años de la ocupación la
revista Nouvelle
revue française.
Decepcionado de la política alemana, abandonó el cargo en 1943.
Al
igual que Louis-Ferdinand Céline, Paul Morand, Robert Brasillach,
Lucien Rebatet, Jacques Boulenger, Henry de Montherlant y Jacques
Chardonne -Maurice Sachs, los escritores que habían apoyado al
gabinete del mariscal Pétain, sabían que su vida corría peligro. A
excepción de Sachs, confidente de la Gestapo, la colaboración del
resto de los escritores franceses con la abyecta causa de los
invasores de su país se había limitado a la publicación de
artículos periodísticos. Ante la comprensible sed de venganza de la
liberación, era suficiente para llevarles frente al pelotón de
fusilamiento.
Meses
después, cuando los aliados avanzan inexorablemente hacia París,
Pierre Drieu La Rochelle se escondió en casa de una amiga
norteamericana a la que había salvado de un campo de concentración.
Entre los amigos que le protegen tras la liberación se encuentra
André Malraux.
Tras
un intento fallido de suicidio el 11 de agosto de 1944, Pierre Drieu
La Rochelle, dejando inconclusa la novela en que trabaja -’Memorias
de Dirk Raspe’ (1966)- pone fin a sus días el 15 de marzo de 1945:
acaba de enterarse que se ha dictado una orden de arresto contra él.
La
personalidad y el destino fatal del escritor francés producen una de
las obras más contradictorias y ricas de la literatura de la primera
mitad del siglo XX. Su sentido místico, en nombre del cual acepta el
desprecio y la impostura, hace de él un testigo torturado y un
analista del amor. En esta obra, Drieu nos presenta en su forma más
cruda y más triste la realidad del amor contemporáneo. ¿En qué
queda el amor tras la tempestad física de los primeros días? “Por
mi parte, no he obtenido de las mujeres sino lo que ellas han
obtenido de mí. La vida es justicia.
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