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lunes, 14 de noviembre de 2011

RETOQUES A MI REGRESO DE LA URSS - ANDRÉ GUIDE.


RETOQUES A MI REGRESO DE LA URSS  -  ANDRÉ GUIDE.  Ed Apolo Montevideo 1ra ed. s/f  110 pp., 13x17 cm  contiene cartas y testimonios
A pesar de la Guerra Civil, en julio de 1937 se inaugura en Valencia el II Congreso Internacional de Intelectuales para la Defensa de la Cultura; se prolonga hasta el 16 de ese mes. A pesar de las dificultades, la participación extranjera fue masiva: autores europeos y americanos que discutieron sobre el papel del escritor en la sociedad, la dignidad del pensamiento o la creación literaria. André Malraux, Alberti, Pasionaria, Tristán Tzara, Machado o Bergamín fueron algunos de los presentes, y el gran ausente, André Gide, protagonista en la sombra del congreso, asunto de conversaciones y argumento de ponencias. Dijo Bergamín de él «Aquí ha llegado a nosotros un libro que yo me atrevería a llamar insignificante y, al mismo tiempo, terriblemente pleno de significación. Este libro es el que André Gide dedica a ampliar con algunos detalles el primer libro suyo sobre su viaje o de vuelta de su viaje por la URSS». Bergamín se refería a Retoques a mi regreso de la URSS, complemento a Regreso de la URSS, publicado en 1936 por Gide, tras su estancia en la URSS
¿Qué fue exactamente lo que el libro decía para que Gide  fuera fuertemente criticado? Respuesta fácil: Gide, escritor siempre comprometido, explicó en su obra que no es oro todo lo que reluce y que el relumbrón comunista in situ se contradecía. Había acudido a Rusia en junio de 1936; Máximo Gorki acababa de fallecer, pero el luto de la muerte no impidió que fuera recibido poco menos que como un héroe. Pronunció conferencias —entre ellas, el memorándum de Gorki en su funeral—, visitó colegios, acudió a actos culturales y viajó por el país, tierra para él desconocida y falsamente ennoblecida.
A su regreso, un Gide impresionado escribió el primero de los libros malditos, Regreso de la URSS, en el que advertía de los logros pero también de las incongruencias del país: de los privilegios de unos frente a otros, del afán desmesurado de Estado, de la presencia omnipotente del individuo Stalin… La obra cayó en Rusia como una bomba —fácil es imaginarlo— y el héroe pasó de héroe a enemigo del pueblo, por lo que Gide, para apaciguar los ánimos, escribió los Retoques a mi Regreso de la URSS, anexo que no hizo sino empeorar las cosas. «No hay en el mundo un partido que me retenga y que me impida preferir, al partido mismo, la verdad. Cuando la mentira interviene, me siento a disgusto; mi papel es denunciarla. Estoy ligado a la verdad, comprometido con ella; si el partido abandona la verdad, yo dejo el partido de golpe, en ese mismo momento», decía en él, en defensa de la libertad individual por encima de dictámenes partidistas.
Por todo ello, en España fue tratado como un traidor, como portador de injuria, en términos de Bergamín. Escribe Gide en su Diario sobre las palabras del español: «Según él en mi libro he injuriado al pueblo ruso y a los escritores soviéticos. Si hubiera estado presente en el congreso de los escritores en el que pronunciaba su discurso, le habría pedido que diera lectura pública a los pasajes incriminados». Pero Gide no había estado allí; el compromiso de su literatura se lo había impedido. EJEMPLAR DISPONIBLE