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viernes, 5 de octubre de 2012

VIUDAS - ARIEL DORFMAN


VIUDAS   -  ARIEL DORFMAN
Siglo Veintiuno. México, 1ra ed. 1981,  17.5x10.5 cm,  189 pp. Rustica.  Muy buen estado.

Pinochet lleva ya ocho años en el poder cuando, en 1981, aparece Viudas, obra de ficción  del escritor chileno Dorfman, que hasta entonces era conocido  más bien como  crítico  literario y  sociólogo. Después de años de exilio  en  EE.UU., Dorfman  decidió  escribir una obra que denunciase la dictadura de su  país y, sobre todo, la desaparición de los miles de adversarios políticos del régimen.
El autor pensaba publicar el libro en Chile, con un editor que se había comprometido a imprimirlo siempre y cuando no se hiciera referencia directa a la situación política del país. Así que, con  el conocido  recurso  de un  manuscrito descubierto por casualidad  – redactado supuestamente por un tal Eric Lohmann, un danés hecho prisionero por los nazis en 1942 y luego desaparecido –, Dorfman ambienta una historia de represión y violencia en un período indefinible de la Grecia del siglo XX. Sin  embargo, cuando  la novela ya estaba acabada, el editor echó  marcha atrás y  no  quiso  publicarla, considerando que, a pesar del escamoteo, Viudas reflejaba de forma muy  evidente el actual panorama de la dictadura chilena. Pero, a estas alturas, aun sabiendo que la obra se podría publicar sólo  en  el extranjero, el escritor no quiso cambiar la ambientación, y siguió el proyecto de su imaginario autor. De hecho, en el capítulo preliminar de la novela – titulado precisamente “Palabras preliminares del hijo del autor” –, Sirgud Lohmann, el ficticio descendiente de Eric, nos dice que el manuscrito del padre ambientaba la historia en  Grecia para no  revelar demasiado  abiertamente que los episodios narrados se podían  referir a un  ámbito  diferente que Eric conocía muy  bien. Hablar de otro espacio, le sirvió al padre para tomar cierto distanciamiento; y el distanciamiento le dio una clara visión de la realidad, permitiéndole anticipar lo que pasaría, de allí a poco  tiempo, en otros países europeos (como  Holanda, Francia, Italia, Polonia…) y del Tercer Mundo.
Tomando el mismo distanciamiento  del autor que él mismo había creado, Dorfman decidió dejarle a la historia la ambientación establecida, para poderse aproximar “a la situación  de los desaparecidos de una manera menos local y más universal”, puesto que se trataba de una tragedia que “podía ocurrir en todas partes y en cualquier momento y a cualquier persona”.
La historia se desarrolla en  un  pueblo  llamado  Camacho; y comienza a orillas de un río, donde se encuentran lavando las mujeres. Todos los hombres del valle están ‘desaparecidos’. Los únicos varones que quedan son un niño que aún no sabe hablar y Alexis, un adolescente de unos catorce años, nieto de Sofía. Un día, mientras están haciendo la colada, las mujeres se dan cuenta de que por el río  baja un  cadáver. Aunque la cara del muerto  es irreconocible, ya que la corriente parece haberle pulido el rostro, la vieja Sofía Fuentes está segura de que se trata de su padre, desaparecido  desde hace tiempo. Así que le pide al nuevo capitán, que acaba de llegar al pueblo que le dé permiso para enterrar a su muerto. El capitán se niega a conceder lo  que pide la mujer: si se admitiera que el cadáver pertenece al padre de la anciana, habría una investigación que revelaría cómo acabaron los militares con todos los hombres del valle. Pero, al poco tiempo, el río trae otro cadáver y luego otro más; y Sofía reconoce en  ellos a su  marido  y  a uno  de sus hijos. Su firmeza alienta a las demás mujeres, que también  quieren  enterrar esos cuerpos en  los que creen identificar a los hombres de sus propias familias. El capitán, entonces, arresta al joven Alexis para poder chantajear a Sofía: si no  deja de incitar a las mujeres, también su  nieto  desaparecerá para siempre.
Viudas es una obra de mujeres. Mujeres que esperan a la vera de un río, mujeres que trabajan y que aun esperan, mujeres que lavan ropa en el río y esperan por sus hombres. Mujeres que gritan los nombres, jamás olvidados, en el río, donde esperan. Donde siempre esperarán.
Viudas sirvió de base para la ópera homónima (1990) de Juan Orrego-Salas.

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